1. EFICACIA Y CALIDAD

IR AL INDEX

INTRODUCCIÓN
1. EFICACIA Y CALIDAD
2. CÓMO VER LA NORMA
3. NORMAS GENERALES 
4. LA DESCRIPCIÓN
5. LA ORACIÓN
6. ACENTO ORTOGRÁFICO
7. CÓMO ILUSTRAR
8. EJEMPLOS
ADVERTENCIAS


Dar en el blanco de la calidad también implica la redacción.

1. EFICACIA Y CALIDAD

Qué agradable es pasar un rato libre con los amigos y tal vez tirar unos dardos a un tablero, sobre todo si logramos dar varias veces en el blanco.

Igualmente, los fabricantes siempre procuran dar en el blanco de la calidad a fin de seguir produciendo y vendiendo sus productos para que el negocio crezca y se ramifique.

Pero algunos menosprecian la calidad que merece su comunicación con la clientela, con sus pacientes o con los usuarios de sus productos, y en vez de vender más, venden menos. ¿Por qué? 

Porque la gente suele asociar la redacción con la imagen ("Si estos señores no saben ni siquiera escribir bien, ¿qué garantía tengo de que tengan suficiente instrucción como para garantizarme un producto o servicio de calidad?"). Por ejemplo, un letrero en la entrada que diga: "¡Bienbenido!"; más allá otro dice: "Ofisina proivida el pazo"; y más allá otro que dice: "Exiga su boleto" o "Dentre sin tocar". ¿No sería la reacción salir corriendo?


Sea como sea, todos aceptamos aquello que satisface nuestras expectativas. Por ejemplo, en medio de cierta manifestación pública, en la que unos gritaban a favor, y otros en contra, uno le increpó a alguien que estaba a favor: "Pero, ¿por qué estás a favor si esa persona nos estuvo robando?". A lo que respondió: "Sí, roba. ¡Pero hace obras por el pueblo!".

Algo así sucede con el idioma. A muchos no les interesa ni preocupa la redacción, con tal de no sufrir en carne propia los malos efectos de dirigirse a un abismo.

En cambio, ¡qué placer sentimos cuando entramos a una tienda y leemos anuncios o avisos bien redactados! Percibimos que quienes los escribieron son personas educadas y que por tanto, no solo también tienen cuidado con los productos y servicios que ofrecen, sino con la imagen, la limpieza y la higiene. Una idea llama a la otra.

¿Damos en el blanco de la comunicación  ?

Si bien es cierto que la comunicación puede definirse como la simple transmisión de una señal, tengamos en cuenta que para una comunicación eficaz tienen que intervenir dos factores: (1) Alguien que reciba el mensaje y alguien que lo comunique usando un código que ambos entiendan; y (2) que quien recibe el mensaje responda con entendimiento y se lo haga saber al que envió el mensaje. No basta con enviar el mensaje ni con recibirlo. Es esencial entenderlo y responderlo con entendimiento.

En el contexto que ahora nos interesa, nos referimos por "código" al idioma español o castellano. Sin embargo, tengamos en cuenta que existen tantas formas de expresarlo como hispanohablantes hay en la Tierra. Hay niveles populares y niveles cultos que van modificando las expresiones a través de los tiempos con una infinidad de variantes y vertientes.

Como en toda sociedad y cultura, algunas cosas que hasta hace poco se consideraban aberraciones, ahora son aceptables. Muchos de los que antes defendían la norma, hoy recomiendan su violación, adjuntando una lista de razones y justificaciones en pro de la evolución, de modo que a sus otrora más acérrimos cultores, aquellos que toda su vida se quemaron las pestañas estudiando la norma, les faltó poco para pegarse un tiro. 

Nos guste o no, los pueblos se expresan por instinto y sentido común, no basándose en una norma. Eso da lugar a modismos, giros, jergas y brechas culturales que dificultan la comunicación entre los propios congéneres de otras zonas geográficas. Un peruano de la capital y un peruano del altiplano tal vez hablen castellano y quechua, pero no logren entenderse entre sí; o un miembro de una pandilla del Bronx tal vez hable en términos que a un miembro de otra pandilla del mismo Bronx le cueste entender, y viceversa.

Son códigos que necesitan una interpretación para ser descifrados. Otros solo requieren un discernimiento mínimo, como esto:

C13R70 D14 D3 V3R4N0, 3574B4 3N L4 PL4Y4 0853RV4ND0 A D05 N1Ñ45 8R1NC4ND0 3N 14 4R3N4, 357484N C0N57RUY3ND0 UN C4571LL0 D3 4R3N4 C0N 70RR35, P454D1Z05 0CUL705 Y PU3N735.

Pudiera haber personas cultas que alcancen cierto grado de corrección de calidad en su escritura por haber estudiado las normas del lenguaje y, aun así, no entender a otros de habla culta.

Suele suceder con la comunicación de los redactores científicos, que se ven forzados a imprimir glosarios para que sus lectores entiendan lo que escriben. 

Un médico tal vez hable o escriba en términos que a sus pacientes les cueste entender, y un ingeniero hable o escriba en términos que a sus obreros les cueste entender. Y también, al hablar, puede que un médico se exprese en términos técnicos que un ingeniero no entendería, y un ingeniero lo haga en términos que hiciera que un médico se sintiera en la Luna. 

Por eso, hasta los analfabetos reconocen instintiva y tácitamente que necesitan una forma, medio o sistema de códigos que les permita entenderse y comunicarse con los demás, y usarlo regularmente al conversar. Les gustaría aprender a leer y escribir.

Por ejemplo, aunque se hable el castellano en muchos países de América, cada país, región o zona tiene sus propios acentos, dialectos y matices. No todos hablan argentino. Por otro lado, para leer la Biblia ha sido necesario traducirla completa o en parte a más de 2000 idiomas y dialectos, cifra que sigue creciendo y superando con creces la de cualquier otro libro que se haya traducido y distribuido en la Tierra.

Entonces, ¿cómo mantenemos la armonía y cohesión los que hablamos español o castellano? Hemos visto que los escritores cultos aceptan los informes de la Real Academia Española, publicados cada cierto tiempo en diccionarios y libros actualizados, y se rigen por estos cuando redactan sus escritos, asegurándose de usar las palabras y construcciones gramaticales que estén en uso. 

Por otra parte, otros tomamos conciencia de la necesidad de expresarnos con corrección y nos esforzamos por imitar su ejemplo al hablar y escribir, aunque todavía tengamos incorrecciones.

Grados de corrección

Este es un mensaje que alguien subió a Internet: "Hola! Doctora mucho gusto y gracias su pajina me encanta:) pero bueno yo le quiero desir mi problema ,, fijese que ya tiene mucho tiempo me da un poco de pena pero bueno, lo digo por que ya estoy muy preocupada. Fijese que ya te go mucho tiempo que tengo mi cuello muy pero muy negro que lla hasta me da pena salkr ala calle y por mas que me lo labo tallo el color eso negro que se mkra ahi esta nose aque deva eso pero nesesito de su alluda pensaba que rea suciedad pero pues namas no se cae me eh puesto barias cosas y no porfavor alludeme gracias."

Cualquiera que tenga cierta formación en lenguaje puede percibir los errores en dicha redacción. No se hubieran notado tanto si lo hubiera hablado. Pero al margen de cualquier corrección gramatical, seguramente se entendió lo que quiso decir: "Tiene una mancha en el cuello. Trató de quitarla, pero sigue allí. Está pidiendo un consejo para resolver su problema". Aunque un poco difícil, se dejó entender.

Dos grados de corrección

Por eso, debes tener cuenta que hay dos grados de corrección: Uno de sentido común, basado en un conocimiento tácito o instintivo, y otro de calidad, basado en un conocimiento de las sugerencias de la Academia. 

Por ejemplo, si alguien nos dice: “Tú me dijistes que juese pa tu casa”, entendemos lo que quiso decir. Puro sentido común. Podríamos decir que su habla fue eficaz desde el punto de vista de los requisitos de la comunicación. Porque se le entendió.

Pero si sabemos que las palabras aceptadas por los instruidos no son “dijistes”, “juese” y “pa”, sino “dijiste”, “fuese” y “para”, nuestro sentido crítico basado en un nivel de corrección de calidad nos permitiría darnos cuenta de que no usó expresiones sugeridas por la Academia. Pero le entendimos, y apreciamos su esfuerzo por dejarse entender.

Es cierto que, en tal caso, le convendría esforzarse por corregir o mejorar su manera de hablar y escribir a fin de comunicarse con una mayor cantidad de hispanohablantes. Pero nadie debería criticarla severamente si no recibió ninguna instrucción al respecto. Encomiamos su esfuerzo, no la perfección.
  • Corrección eficaz

    La corrección eficaz o de sentido común se aprende espontáneamente a medida que oímos hablar a nuestros familiares, amigos y compañeros de estudio o trabajo. Acumulamos poco a poco un conjunto de palabras y frases y acentos regionales comunes al gupo, una manera de hablar propia del lugar, y nos corregimos a nosotros mismos poco a poco adaptándonos a ese medio, que es el que mejor conocemos.


    El problema es que si nuestros familiares, amigos, compañeros de estudio y de trabajo suelen hablar de manera descuidada, o que dista mucho de los diccionarios y las normas de la Academia de la Lengua, cultivaremos esa manera de hablar.

    No obstante, cada hablante tiene la capacidad y el derecho de modificar sus expresiones en la medida de su interés por conocer las normas, normas por las que se guían los hablantes más estudiosos de su lengua. 

    Por ejemplo, en cierta zona tal vez la mayoría diga: "Él es su cónyugue", pero en los círculos cultos se diga: "Él es su cónyuge". Tan pronto como la persona se da cuenta de que le conviene corregir su anterior manera de hablar, a pesar de que por mucho tiempo le pareció comunicarse eficazmente diciendo "cónyugue", ahora  preferirá usar la forma correcta: "cónyuge", y progresa mediante la corrección.

    Es cierto que su acento regional le da licencia para seguir usando la forma usual en su zona, pero su deseo de superación puede llegar a ser más fuerte e impulsarla a corregirse y adecuarse a los círculos que utilizan el idioma de manera más eficaz, lo que resultará en dejarse entender mejor y por una mayor cantidad de hispanohablantes.

  • Corrección de calidad

    Cuando se despierta en uno el interés por hablar mejor, pasa del grado de corrección basado en el sentido común al grado de corrección de calidad tomando como modelo o puntos de referencia al tío Juan, al relator de las noticias de la noche o a cierto entrevistador o actor de la televisión. La corrección de calidad va surgiendo de la observación cuidadosa.


    Por ejemplo, alguien dirá: “El tío Juan es el que mejor habla en la familia porque es educado”, o “Prefiero leer tal periódico porque usa un mejor lenguaje” o “Consultaré el diccionario para asegurarme de que escribí bien esa palabra”. Implica un interés sincero por saber cómo usan las palabras los escritores más cultos. 

    Si dicho interés madura, ya no le resultará suficiente tomar como ejemplo la manera de hablar de sus familiares, vecinos o amigos, ni la de los locutores o actores, lo cual obedecía al simple sentido común, sino que buscará la opinión autorizada de un lingüista o consultará los diccionarios y manuales académicos. 

    Se preguntará con sumo interés: "¿Cómo se sugiere escribir el diminutivo de 'voz'? ¿Vocecita o vocesita?", y buscará información.

    El concepto de calidad, sin embargo, no llegó a la  existencia para que uno se esmere tanto que se convierta en un purista que juzgue y critique a los demás por hablar de manera diferente (o porque no hablen como uno). Un dicho antiguo reza: "Gramático puro, asno puro". El habla culta o esmerada es excelente, pero el "habla perfecta" sencillamente no existe. Es una ilusión.  Es importante que comprendas que la Academia reconoce que a cada grupo humano, por pequeño que sea, le asiste el derecho de establecer sus propias normas lingüísticas o de comunicación, y que ningún extraño debería sentirse con derecho a menospreciar esa particular forma de comunicarse. Por otro lado, aunque la lengua hablada y escrita tienen un ideal distinto, los Argentinos, Mexicanos y Panameños, que difieren en fonética, sintaxis y léxico, pueden sentarse a conversar en una misma mesa y entenderse eficazmente gracias a los que defendieron la calidad a través de los tiempos.
Comunicación estrecha y de gran alcance
  • Estrecha

    Se dice que la comunicación usada por los miembros de una familia, vecindario, ciudad o país es de carácter estrecho cuando se mantiene en dicho ámbito, a quienes tal vez les parezca graciosa o pintoresca la manera de hablar de otra familia, vecindario, ciudad o país, aunque todos hablen una forma diferente de español o castellano.

  • De gran alcance

    Se dice que la comunicación es de gran alcance cuando trasciende o va más allá de la ciudad o del país. Por eso, si quieres que tu comunicación sea entendida por hispanohablantes de más allá del río, sería recomendable una corrección basada en la calidad, sobre todo si escribes un libro. No solo porque deseas que lo entienda la mayoría, sino porque otros podrían considerarte un modelo de comunicación.


    Para tal efecto, seguramente recurriremos a menudo al Diccionario de la Real Academia Española y a sus consejeros para asegurarnos de estar empleando las palabras de más uso en el mundo hispano, para minimizar el uso de palabras que en otras regiones resultarían desagradables o hasta inaceptables.

    Con mayor razón, los comunicadores masivos, cuyos mensajes suelen ir a la par con el adelanto tecnológico, están llamados a obrar sabiamente valiéndose de la corrección de calidad a fin de lograr una mayor cobertura. 

    Un redactor de noticias experimentado y perspicaz de la televisión por cable no escribiría: “En este país o ciudad”, sino que especificaría el nombre del país o ciudad, porque sabe que hoy en día las comunicaciones son globales. Además, procuraría usar las palabras de mayor uso en la Tierra. Lo mismo aplicaría a Internet.

    Siempre es recomendable, a modo de referencia, usar las formas y variantes usadas por la mayoría de los escritores cultos o esmerados, cuyas expresiones son recogidas y revisadas constantemente por la Academia.


    Como dijimos antes, nadie puede restringir la evolución de la lengua. Todos tenemos derecho a la libertad de exponer nuestras ideas como mejor nos convenga. Pero también es prudente concordar con que la mejor manera de mantener al mínimo las barreras en la comunicación es manteniendo cierta uniformidad en el uso de los códigos.

    Por ejemplo, ¿es mejor escribir "Concordamos en que...", o "Concordamos con que..."? Si tuviéramos oportunidad de consultar el Diccionario y nos enteráramos de que se sugiere "concordar con que", sería recomendable escribirlo así.
Habla difícil y habla complicada

Si acostumbras usar frases de poco uso entre la gente menos culta, menos esmerada o entendida, causarás cortocircuitos en su entendimiento a cada rato y obstaculizarás la consecución de tu objetivo de comunicar tus mensajes. Lo único que conseguirás será sobresalir. Alguien dirá: "¡Qué bien habla este tipo!", pero ¿habrá entendido? 

Por ejemplo, un anciano tiene un tumor gigante. Requiere una biopsia. Le dan instrucciones para ayunar y preparar su organismo para la cirugía. Pero en casa no las entiende muy bien, o peor, las malinterpreta, y lo hace todo mal. Llama por teléfono para asegurarse, pero nadie responde (o quien responde no es amable, o no se deja entender). Corren los días. El tumor sigue creciendo. ¿Quién sale perdiendo? ¡Todos! Porque habrá que reprogramar la cirugía, la evaluación de laboratorio, el riesgo quirúrgico, la cita con el anestesiólogo, la agenda del cirujano y de sus asistentes, separar nuevamente la sala de operaciones, empezar nuevamente la dieta, etc. Y el tumor sigue creciendo.

Muchas veces no calculamos el alcance de una frase mal interpretada. El pobre anciano pensó que el ayuno de ocho horas era previo al análisis de sangre, dos días antes de la intervención, pero era para el mismo día de la cirugía, no para el análisis de sangre; entendió que "no comer verduras" significaba "no comer nada de color verde", pero comió las de otros colores; podía comer pollo, y se atragantó de pollo, porque interpretó mal la palabra "trozo" de pollo.

En toda redacción, es mejor usar formas sencillas que no requieran una lectura regresiva ni tener que recurrir a un diccionario cada vez que alguien lea o escriba. Si no puedes dejarte entender con una palabra, usa más. Es mejor hablar y escribir con más palabras que, por abreviar, ser malinterpretado; y es mejor hablar y escribir con menos palabras que explayarte y enredarte. De todos modos, depende de cada caso.

No significa que de vez en cuando no puedas insertar palabras nuevas o de poco uso, o frases más largas o cortas de lo habitual. Pero debe imponerse la mesura y la empatía. 

Es bueno enriquecer la mente con palabras diferentes de vez en cuando. Pero sobre todo, es mejor dejarse entender. Gracias a Internet, cuando uno escribe o lee una página web o blog, tiene la opción de seguir una ruta de investigación para cada palabra, facilitando su entendimiento. 

Nivel del habla

Según las circunstancias, una persona puede escoger el nivel de habla que le convenga y variar su vocabulario, gramática o pronunciación de acuerdo a los factores externos o internos imperantes.
  • Medio

    Es el factor externo que condiciona el habla según uno esté con sus amigos, con respetados miembros de la comunidad, con sus hermanos carnales o con su hijo de cinco años. Para que fluya la comunicación, ten en cuenta el medio en el que estás.

  • Materia

    Es el factor externo por el cual modificas tu habla al dar un pésame, comentar un partido de fútbol, dar una mala noticia o presentar un discurso. Todo tema una sugiere adaptación.

  • Atmósfera

    La atmósfera o clima es el factor externo que afecta tu comunicación según el lugar donde te encuentres, rodeado de personas formales o informales o con personas de igual o diferente sexo, ya sea
    en una oficina, un templo, un banco o en la playa.

  • Personalidad

    Este es un factor interno porque todos hablamos y escribimos de acuerdo con un estilo personal que brota de nuestra manera de ser. Eres como escribes, y escribes como eres.
Lógicamente, si alcanzas cierto nivel de corrección de calidad, serás sensible a dicha necesidad y por sentido práctico consultarás el Diccionario cada vez que te sea posible, pero evitarás convertirte en un dogmático purista que critique a todo el mundo por hablar o escribir mal, y concederás a los demás el derecho de hablar como mejor prefieran. Así ganarás en flexibilidad, serás más adaptable cuando diferentes factores influyan en las circunstancias. Aceptarás las diferencias con sentido del humor.

Si quieres dar en el blanco de la calidad, tienes que pensar en la redacción. Recuerda: Las personas asocian inconscientemente la redacción con el grado de educación y cultura de los individuos. Algo tan aparentemente nimio como un letrero que dice: "Solido de atun" puede afectar la imagen del negocio. Es: "Sólido de atún".

Claro, este no es un manual de habla perfecta, sino solo una guía para escribir de un modo más o menos aceptable. Como dije en el prólogo, no pretendo ayudarte a alcanzar la perfección porque ni yo mismo pretendo semejante absurdo. Pero puedo compartir contigo lo que me sirve para redactar de manera eficaz.

Si quieres, puedes buscar en Internet sitios que tratan de los muchos vicios del lenguaje y empezar a corregir o pulir cada vez más tus expresiones. Pero te advierto que será una misión extenuante. Como dijo el sabio rey Salomon en su obra Eclesiastés: "Hacer muchos libros fatiga la carne",  ¡cuánto más será buscar una perfección divina que ni siquiera Dios espera nosotros!

En la presentación del libro "Habla Culta", de la connotada lingüista Martha Hildebrandt, decía: "El habla culta [o esmerada] no es un concepto elitista: Simplemente responde a la perentoria necesidad de una comunicación clara entre los hablantes del Castellano de Hispanoamérica y España" [cursivas mías].

ARRIBA
. . .